jueves, febrero 28, 2008

Tres formas de difundir una noticia (Gobierno, Copesa, El Mercurio SAP)

Resulta “curioso”, por decirlo de alguna manera, que un mismo hecho sea difundido de manera muy diferente, según sea el “efecto” que quiera provocar quien lo cuenta. Me refiero a la caída de la avioneta de Carabineros en una multicancha en la comuna de Peñalolén.


De los tres titulares, creo que el que mejor relata el hecho es el de La Tercera, hace hincapié en la noticia central: se cayó un avión y murió un determinado número de personas. Es, además, ideológicamente neutro. No quiero decir con esto que los otros dos medios estén mintiendo, pero, hilando fino, se puede advertir una clara intención de provocar un efecto ideológico sobre quienes leen, lo que resulta absolutamente coherente con la línea editorial que por años han mantenido las respectivas empresas periodísticas. Me explico:

El hecho central es la caída de un avión en una zona poblada, y cuya consecuencia más relevante es la muerte de once personas, seis dentro de la aeronave y cinco en tierra. Lo demás es circunstancial.



En efecto, el famoso “clamor” (La Nación) por el cierre del aeródromo pudo haberse producido igual si se hubiese tratado de una explosión en algún estanque de combustible o si se hubiera descubierto que las ondas que generan las radios de los aviones son nocivas para la salud. La cosa es dejar clarito que es “el pueblo” el que manda, por sobre toda consideración de tipo estadística, de tipo técnica o de tipo práctica: un reflejo de la ideología que pretende imponernos el Gobierno.

De hecho, esta es la primera vez en cincuenta y cuatro años que un accidente aéreo en que está involucrado el aeródromo produce bajas entre quienes están en tierra; la siniestralidad del aeródromo es de menos de 1 por cada cien mil operaciones de vuelo.

Nada vale. Ni que el terminal aéreo sea necesario –e indispensable- para la Fuerza Aérea, Carabineros, Investigaciones, escuelas de vuelo o empresarios. Todos, desde la Presidente hacia abajo, se rinden ante el “clamor popular” y piden el cierre, con una estrechez de criterio que haría clausurar autopistas, edificios, avenidas, veredas, fábricas, obras civiles, canales de regadío… en todos esos lugares muere proporcionalmente más gente en accidentes que lo que se puede atribuir a Tobalaba.



Ahora, tampoco es lo central en la noticia que el avión haya caído sobre “mujeres” haciendo gimnasia (LUN). Y de hecho, en el accidente murieron más varones que mujeres. Pero, y siguiendo al pie de la letra la línea editorial de la empresa “El Mercurio SAP” había que victimizar al sexo femenino. Poco faltó para que el diario acusara de “cuasidelito de femicidio” al piloto del avión.

Por último, con todo lo trágica, por su espectacularidad, que pueda resultar una tragedia aérea, me gustaría que nuestras autoridades dedicaren la centésima parte de las energías y el tiempo que han usado en este caso, a evitar la delincuencia (5 muertos por homicidio cada dos días), los accidentes de tránsito (5 muertos cada día y medio) o los abortos (5 muertos cada dos horas). Bastante más que las cinco personas que han muerto en tierra en cincuenta y cuatro años.

 

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domingo, febrero 24, 2008

¿Quién es el desleal?

"Efectivamente, esa reunión la cité porque las cosas estaban yendo muy lejos y se estaba maltratando a la institución y su mando. También ordené que se despidiera al almirante Gleiser por desleal, porque alguien que ofende así no puede seguir trabajando para la Armada" (…)

"Hay que entender que la Armada tiene que cumplir con las disposiciones judiciales en un Estado de derecho y en una democracia, y ello no significa pasar por encima del honor de nadie ni denigrar a la institución"


(Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Rodolfo Codina Díaz, La Nación Domingo, 24 de Febrero de 2008).


¡Qué bonito, Almirante! Ahora resulta que recibir una crítica pública por una conducta pública que además corresponde a un ámbito diferente al de su profesión significa que “las cosas están yendo muy lejos”. Ni el Santo Padre está exento de críticas, no veo por qué un Comandante en Jefe, o si se quiere, todo el Alto Mando va a estarlo…

Partamos por definir quién faltó a la lealtad. ¿Quien está injustamente procesado por haber participado en supuestos delitos que están prescritos –y amnistiados- y que han sido “acreditados” mediante testimonio falso? ¿Quien hace uso de una facultad constitucional, cual es la definida en el Artículo 19 Número 12? ¿Quien manifiesta una verdad del porte de una catedral, cual es que la Armada de Chile fue pisoteada por el Poder Judicial y ONGs de derechos humanos?

¿O quien no hace uso del poder que posee para velar por el bien de la Patria, por que se respete el Estado de Derecho, por que no se denigre a la Institución, a sus reparticiones, a sus miembros en servicio activo y en retiro? ¿O quien, en más de una oportunidad, sin tener la obligación (ni moral ni legal) de hacerlo ha claudicado frente a presiones gubernamentales y de diversos organismos afines a la izquierda socialista?

Porque no venga el Almirante con el cuento, toda vez que él mismo dice que “la Armada tiene que cumplir con las disposiciones (…) en un Estado de Derecho y en una democracia”, que alguna de "esas disposiciones" lo ha obligado a recibir a un puñado de terroristas en reparticiones navales. O a que alguna de "esas disposiciones" lo ha obligado a entregar la “Esmeralda” a activistas de derechos humanos. O a que algunas de "esas disposiciones" lo ha obligado a emitir, por la prensa, y esta vez, contraviniendo las "disposiciones" que lo obligan a no deliberar, juicios históricos que no corresponden a la verdad de los hechos.

No sé con quién querrá congraciarse el Almirante Codina, aunque lo supongo. Lo que sí sé, es que su actitud servil hacia grupos marxistas no lo congraciará ni con Dios ni con la Historia. Y si no se siente capaz de enfrentar a dichos grupos, lo sano, lo leal, es renunciar a su cargo. Con todos quienes quieran seguirlo. Una buena crisis política de veras ayudaría a poner muchas cosas en su lugar.

 

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miércoles, febrero 06, 2008

20 años no es nada

“Tan sólo tenía 20 años… era Subteniente”. ¿Y qué hay con eso? Luis Cruz Martínez tenía 16… también era Subteniente.

La primera impresión que se me vino a la mente cuando escuché al General Santelices hablar del “ataque que a su juicio se hace al Ejército por medio de su persona, el que puede causar un grave daño a Chile” y de su velada crítica a quienes “tienen éxito propiciando el odio sin querer ni la reconciliación ni la paz” es la de un hombre, General de Ejército, que ha sido víctima de las recurrentes maquinaciones del zurderío para reescribir la historia y lavar el cerebro de tantos compatriotas que tragan sin digerir cualquier cosa que se les ponga por delante.

Hilando fino, sin embargo, se aprecia que las declaraciones del renunciado General fueron hechas de uniforme y dentro del Edificio de las Fuerzas Armadas, lo que indica, a todas luces, que sus dichos fueron aprobados por el Alto mando del Ejército, en particular, por el CJE, General Izurieta.

Sí, el mismísimo General, Comandante en Jefe de la Institución, que hace algo más de un año exoneró al Capitán Pinochet y al General Hargreaves por decir verdades del tamaño de una catedral, al más puro estilo de las purgas de Stalin, dando con ello el gusto a sus amos, los jerarcas de la Concertación –y de la Alianza, dicho sea de paso.

Es evidente que Izurieta comparte afirmaciones del tenor de que “…los lamentables acontecimientos y sin duda dolorosos y repudiables que posteriormente ocurrieron (…) no fueron ni previstos, alentados ni menos deseados …”, o que el “lamentable contexto histórico” los obligó a actuar, a riesgo de ser “condenados a muerte”, como si el Ejército o alguna de las demás ramas de las Fuerzas Armadas y de Orden hubiese matado a tan sólo uno de sus miembros, oficial o suboficial, por negarse a actuar “…de acuerdo al ideal personal de incentivar y profundizar la enseñanza de valores de bien, de principios…”.

Francamente, no puedo imaginarme ni a Prat o a Cruz Martínez, ni a Pinochet o a Merino, ni a Contreras o a Krassnoff, dejando de actuar como actuaron, menos aún, justificando sus actos de servicio argumentando el haber “recibido órdenes”. Ellos simplemente cumplieron con su deber. Con Dios, con la Patria. Simplemente actuaron. Mataron o neutralizaron enemigos, peruanos o terroristas. No le echaron la culpa al empedrado.

Calzonudos. Me tienen harto con su actitud servil y pusilánime. ¡Si ya cumplieron con los 30 años de servicio! ¡No les van a quitar la pensión! Reconozcan de una buena vez que son inocentes, que los muertos murieron en combate. Que jugaron con fuego y se quemaron. Y que actuaron conforme a la ley. Sí, a la misma ley que hoy, ni los jueces ni las autoridades respetan, personajes que tienen a quienes nos salvaron la vida de rodillas y pidiendo perdón.

El daño al país y al Ejército –y a la Armada, Fuerza Aérea y Carabineros- no lo hicieron ni los activistas de derechos humanos ni los comunistas. No lo hicieron los Gobiernos de la Concertación. Lo han hecho las autoridades militares que no han tenido los pantalones –estrellas o galones- para defender a sus Instituciones –nuestras Instituciones- y a su gente de los ataques y maquinaciones que ciertamente siempre han estado en condiciones de prever y que han tenido el poder para evitar. Pero no lo hicieron, Prefirieron la sobada de lomo de algún compañero de curso encumbrado al poder político y se conformaron con uno que otro brindis en privado para celebrar aquello que en público tienen miedo de reconocer: que salvaron la Patria. ¿Salvarla de qué, me pregunto? ¿Y a qué precio? Un país destruido y medio Ejército tras las rejas…

Bien decía un amigo militar en servicio activo… “ni en 55 días nos tomamos el Morro con el Ejército de ahora…”

 

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sábado, febrero 02, 2008

La excusa agrava la falta

El Comandante en Jefe, Almirante Rodolfo Codina Díaz, ha señalado en un comunicado que transcribo al pie de este artículo, la posición institucional de la Armada de Chile, en relación con la “inspección judicial” sufrida por el BE “Esmeralda” el pasado día 12 de Diciembre.

Me parece que dicho comunicado, en sus puntos dos y tres, no es más que una declaración cuya finalidad es tratar de limpiar su imagen ante las agrupaciones de marinos en retiro.

No puede el señor Almirante afirmar livianamente que la declaración del Almirante Gleiser “es una percepción que no se ajusta a la verdad y que afecta la dignidad del Comandante y de la cadena de mando”. Dicha declaración, además de no haber sido desmentida por ninguno de los Capitanes de Navío involucrados, narra hechos que tienen un alto parecido a otras intervenciones y actitudes tomadas por el actual Alto Mando naval en materias relacionadas con los llamados derechos humanos. Además, lo que afecta la dignidad, no sólo del Comandante y la cadena de mando, sino de la Armada y de la Patria, no es la denuncia publica del involucrado –seguir el conducto regular hubiese sido a todas luces inoficioso, lo demuestran los porfiados hechos-, sino la actitud débil, timorata y pusilánime adoptada por el mando en relación con las materias en comento.

¡Y era que no! Frescas están en nuestra memoria las claudicaciones en Dawson y Quiriquina, y las respectivas declaraciones públicas hechas por el mando naval. Claudicaciones hechas, más encima, ante quienes no se cansan de repetir que no quieren ni olvido ni perdón; ante quienes no se cansan de mentir ante los tribunales de justicia con el objeto de encarcelar a cuanto militar se les cruce por delante; ante quienes no se cansan de ofender y denigrar a nuestros soldados, no sólo a los marinos, sino que también, militares, aviadores y carabineros; a quienes no se cansan de imponer a los chilenos, sobre todo a los jóvenes, una visión de la historia que el señor Comandante en Jefe sabe que es falsa y cuya finalidad es precisamente destruir, entre otras, a la Institución que dirige.

Como también sabe el señor Almirante, que ante Dios y ante la Patria que juró defender, que consentir la prevaricación, que se hostigue, procese y encarcele a inocentes que fueron sus superiores o subalternos, que permitir los constantes vejámenes hacia la Armada y sus reparticiones, no lo llevará a ganarse un lugar en la historia junto con el Almirante Merino y tantos otros a quienes no les tembló la mano para cumplir con su deber.

Sé exactamente cuáles son las “reales facultades que tienen los CCJJ en relación a las órdenes judiciales y de la responsabilidad que les cabe en relación a la conducción de la Institución bajo un estado de derecho”, como también sé que el Comandante en Jefe y cualquier oficial superior, ante una situación agraviante, es libre de renunciar a su cargo, y no quedar ante la historia como un General Roberto Bendini cualquiera. Porque no vaya a ser que como ya partimos con activistas de derechos humanos arriba de los buques, terminemos con el propio CJA, con brocha y pintura en mano, borrando el nombre del Almirante Merino del Buque Madre de Submarinos. En el Ejército ya ocurrió. Como van las cosas, en la Armada no tendría por qué no ser igual. Y lo que es una falta a la lealtad es callarlo.

Lástima, eso sí, que dentro de las “reales facultades” que posee el CJA, esté exonerar de su cargo al Almirante Gleiser, funcionario hasta hace unos días, del Hospital Naval de Talcahuano. Para expulsarlo de su cargo no le tembló la mano. A eso se debe referir cuando habla de “velar por los mejores destinos del personal en retiro”.


General Cheyre sustituyó placa recordatoria de la firma del Acta de Constitución de la H. Junta de Gobierno, a petición de Ricardo Lagos.

POSICIÓN INSTITUCIONAL RESPECTO A CRITICAS EXPRESADAS POR CA (R) KENNETH GLEISER VIA CORREO ELECTRÓNICO

Como es de conocimiento general, el Contraalmirante (R) Sr. Kenneth Gleiser envió un correo electrónico dirigido a almirantes y generales en retiro, criticando la situación producida en una inspección judicial a bordo del Buque-Escuela "Esmeralda", en diciembre pasado, agregando apreciaciones ofensivas hacia la conducción Institucional.

Al respecto debo expresar lo siguiente:

1 .Descripción de los hechos que originaron la carta del CA Gleiser:

La jueza Sra. Eliana Quezada está a cargo de dos causas distintas relacionadas con el Buque-Escuela "Esmeralda". Una es el caso Woodward y la otra corresponde a detención ilegal y apremios en la persona de María Eliana Comené y otros demandantes.

En el marco de estas causas decretó una "inspección ocular" para ser practicada a bordo del BE "Esmeralda" el 12 de diciembre a las 0930 horas, solicitando al juez naval de la Primera Zona Naval disponer lo pertinente para llevar a cabo con éxito la señalada diligencia. Asimismo indicó que asistiría con personal de la Policía de Investigaciones de Chile y algunos testigos no inpidualizados.

El día 12 de diciembre y una vez a bordo, la jueza inició la investigación con la causa de la Sra. Comené, interrogando a testigos civiles, incluyendo un concejal de Valparaíso, y luego visitando los distintos lugares del buque mencionados por los testigos. Esto duró dos horas y media.
Posteriormente la jueza comenzó a llamar al segundo grupo de testigos, entre los cuales se encontraba el almirante Gleiser y otros oficiales en retiro, lo que demoró otras dos horas. Estos oficiales se mantuvieron en un vehículo en el molo, a proa del portalón y sin conocimiento por parte del buque acerca de la identidad de los pasajeros. Durante la espera pudieron caminar libremente por el molo de abrigo e incluso subir a bordo de otros buques de la Armada.
Previo a iniciar el procedimiento a bordo, y en respuesta a una solicitud del abogado de la Armada, la jueza indicó que las diligencias eran de naturaleza secreta en causas que se encuentran en estado de sumario, por lo que no se aceptaba la presencia de otras personas en el lugar del procedimiento judicial.

El comandante del buque dio las facilidades y, a requerimiento de la jueza, acompañó a los testigos en inspecciones oculares a diferentes sectores del buque mencionados en las declaraciones. El oficial de guardia se mantuvo en el portalón a cargo de la guardia y el abogado de la Armada se mantuvo en el smoking junto a la fiscal naval (s) en enlace permanente con el Auditor General de la Armada y el Comandante en Jefe de la Primera Zona Naval.

2. Evaluación del Almirante:

La actuación de los mandos involucrados fue correcta y acertada, lo cual cuenta con el respaldo de este Comandante en Jefe, teniendo presente la obligatoriedad del cumplimiento de los requerimientos judiciales, sin que viera afectada la dignidad o integridad física de quienes estuvieron a bordo.

Asimismo, se evitó dar motivo para ser acusados de obstrucción a la justicia, situación que sólo habría extendido y dado publicidad negativa al proceso, afectando a los involucrados y a la marina.

Lo indicado por el CA Gleiser es una percepción que no se ajusta a la verdad y que afecta la dignidad del Comandante y de la cadena de mando.

El CA Gleiser no utilizó el conducto esperado en un oficial para expresar sus aprensiones o críticas, no solicitó audiencia ni requirió alguna otra explicación por escrito que hubiese aclarado la real dimensión de los acontecimientos.

Al enviar un e-mail a grupos de oficiales en retiro y exponer el asunto públicamente en Internet, produjo una reacción incontrolada de la situación, generándose hasta el día de hoy escritos ofensivos para la Armada y su Alto Mando.

La falta de una reacción inicia! de rechazo del procedimiento utilizado por el CA Gleiser para denunciar la situación vivida, con una actitud pasiva que solo avala su crítica, sumado a una retransmisión de este mail a otros círculos de personas fuera de la institución, sólo ha producido mayor daño al prestigio de la Armada.

El contenido de las diferentes opiniones críticas vertidas con motivo de este caso indica que existe al menos un desconocimiento acerca de las reales facultades que tienen los CCJJ en relación a las órdenes judiciales y de la responsabilidad que les cabe en relación a la conducción de la Institución bajo un estado de derecho.

3. Consideraciones finales:

Este Almirante reitera que, con la misma intensidad con la que seguirá velando por los mejores destinos de todo el personal en retiro, no aceptará actos o conductas que atenten contra el prestigio, dignidad y honor de nuestra Institución, en la convicción que la lealtad para con la Armada y el Mando Naval es una obligación irrenunciable, siendo su preservación y práctica el único camino para mantener en alto los valores trascendentes de nuestra Institución, En esto, el compromiso es de todos los oficiales, tanto en servicio como en retiro, y debemos asumirlo con el máximo de acuciosidad y rigurosidad.

Valparaíso, 31 de enero de 2008

RODOLFO CODINA DÍAZ

ALMIRANTE

COMANDANTE EN JEFE DE LA ARMADA

 

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