jueves, agosto 21, 2008

Sobre el alza de la asignación para combustibles de los Diputados

Desde que se hizo público, hace un par de días, que la Comisión de Régimen Interno de la Honorable Cámara de Diputados había aprobado un aumento en la asignación para combustibles, el país completo reaccionó como si se hubiera disminuido a la mitad el presupuesto de salud o si se fuere a eliminar el subsidio habitacional. La reacción fue absolutamente destemplada y desproporcionada.

Desproporcionada digo, porque se armó un tremendo escándalo por el alza en un ítem que, tal como se entiende la labor parlamentaria hoy en día, considero absolutamente necesario. Y quienes pusieron el grito en el cielo por dicho aumento fueron justamente quienes entienden dicha labor de dicha manera. Me explico:

Se usó como argumento, que un Diputado, para desempeñar bien sus funciones, debe recorrer su distrito, cosa que demanda un elevado consumo de gasolina o diesel.

Pero el problema de fondo acá es que Chile es un país unitario, no federal. El voto de los representantes de Arica tiene el mismo valor que el de los de Punta Arenas o el de Isla de Pascua, incluso así se trate de Leyes Especiales. Por lo que los señores Diputados no tienen por qué “andar recorriendo el distrito”, haciendo la pega que corresponde a los Intendentes, Gobernadores y Alcaldes. Su tarea es legislar y fiscalizar, y resulta que perder tiempo legislativo –una semana al mes- usándolo en demagogia distrital me parece bastante más escandaloso y económicamente perjudicial que un aumento de ciento veinte millones en la asignación para combustibles.

No soy de los que cree que los Diputados –y Senadores- “no hacen nada y se llenan los bolsillos de plata”. Más aún, creo que su trabajo es bastante más arduo y estresante que el de un ejecutivo del sector privado, quien muchas veces gana mucho más. Personalmente los he visto trabajando hasta las tantas por aprobar un buen proyecto o por mejorar uno malo, y creo que ese trabajo debe ser recompensado con un buen sueldo.

Pero, dedíquense a legislar, no a andar regalando pollos ni tomando tecito con cuanto fulano se les cruce por delante. Que para eso están los asesores y quienes trabajan en las respectivas oficinas distritales. Para eso están las autoridades comunales, provinciales o regionales. Y para eso tienen una asignación. Súbanla, mejoren a su gente, pero quédense en el Congreso. Ahí se les necesita, no donde la señora Juanita. De paso, se anotarían un poroto... recuerden que son el grupo más desprestigiado en Chile, junto con el Poder Judicial.

 

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martes, agosto 12, 2008

Para que no quede ninguna duda


Muchos me han preguntado si defiendo a Carmencita Weber de Lagos por el hecho de ser mi amiga, poniendo en duda el que ella fue una persona mentalmente sana. Transcribo acá lo que expresa el certificado otorgado por una Médico Psiquiatra, exactamente tres meses antes de su muerte, y que fue rescatado del incendio de su casa:

"La suscrita certifica que la Sra. Georgina Weber Aliaga, RUT 4.663.796-8, 66 años, se encuentra en este momento en plena capacidad de sus facultades mentales, físicas y racionamiento.

"Puede conducir vehículos motorizados.

"Se extiende este certificado a petición de la interesada."

(Firmado)
Dra. Ivette Cáceres Boutin
Psiquiatra
RUT 5.569.499-0

Extendido en Viña del Mar, a 8 de Mayo de 2007

 

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sábado, agosto 09, 2008

Carmencita, a un año de tu asesinato


Muchos dirán que mi amiga Carmencita murió de muerte natural. Que nunca se encontró un asesino, una bala, una ampolla de cianuro ni nada por el estilo. Es verdad, nunca se encontró nada de eso. Un 8 de Agosto, hace exactamente un año, Carmencita Weber de Lagos amaneció muerta –según el informe del médico de La Moneda, de un paro cardiorrespiratorio- en la cabaña donde había tenido que mudarse después del sospechoso incendio que había reducido su casa de Concón a cenizas. Esto, solamente un par de meses antes, hecho que la había dejado literalmente en la calle, sin sus recuerdos, sin sus cosas, sin su ropa, sin su “privacidad” –término que pongo entre comillas porque en realidad, tal cual sucedía en los países del bloque soviético, nunca la tuvo.

Pero, me pregunto hasta qué punto puede considerarse como muerte natural el deceso de una persona de su edad –sesenta y tantos años- cuya causa no es un acto de violencia física como un golpe o un balazo, envenenamiento, o nada por el estilo, sino el haber vivido los últimos cuarenta años, dos tercios de su vida, sometida a las más crueles torturas emocionales que puede soportar una persona.

Influyo, sin duda, lo monstruoso que fue su marido Ricardo Lagos Escobar, quien más allá del daño físico que más de alguna vez le hizo –Carmencita recordaba cuando fue arrojada por las escaleras, quebrándose algunas vértebras-, le causó, creo yo, la pena más grande de su vida, cual fue el quitarle a sus hijos, Ricardo y Ximena, poniéndolos en su contra, y, por extensión, a sus nietos, a quienes pudo ver quizás tan sólo unas pocas veces en su vida. Esto no lo sé por boca de ella, sino que me consta a mí, ya que la acompañé en muchas oportunidades en sus gestiones –llegando incluso hasta el mismísimo Palacio de La Moneda- para lograr comunicarse con sus hijos y nietos, siempre sin buen éxito.

También le hicieron daño sus hijos, quienes ya mayores de edad y capaces de razonar y tomar decisiones por sí mismos, nunca dejaron de tratarla de loca, y no contentos con eso, de ventilarlo por la prensa, y sin derecho a réplica. No sólo la trataron de enferma mental, sino también de alcohólica –cosa que me dijo la mismísima Ximena Lagos Weber en una conversación telefónica en Febrero de 2007, siendo que en los muchos años que la conocí jamás la vi tomarse más de media cerveza-, sino que también llegaron al extremo de internarla en clínicas psiquiátricas, sin orden judicial ni médica. ¡A la propia madre! Mi opinión en relación con la conducta de sus hijos pueden leerla en este artículo.

Muy mal se portaron también sus “amigos” del mundo de la política, en particular los de la Alianza por Chile, quienes literalmente se aprovecharon de ella cuando creyeron que podría servirles para obtener algún beneficio político (recuerden la franja del Sí), pero luego, y al ver que la popularidad de su marido Lagos Escobar subía, hicieron comparsa con él, dejándola abandonada a su suerte. La “dada vuelta de chaqueta” de Jovino Novoa es algo que Carmencita siempre recordó con pena, ya que ella le tuvo sincero aprecio.

El círculo de Carmencita quedó reducido a unos pocos amigos –muchos de quienes, quizás por miedo, tampoco la defendieron-, quienes tratábamos de suplir en parte el cariño que sus hijos le negaban, y a uno que otro “casero”: su verdulero, su peluquero, la persona que iba a hacerle el aseo. Nadie más. Comprenderán entonces, tal como dice un antiguo chiste, que “era natural que muriera”, de pena, de estrés, llámenlo como quieran. En buen castellano, terminaron matándola. Entre el marido y los hijos, por mucho que hayan puesto carita de pena en su funeral. Prueba de ello es el estado de lamentable abandono en que está su tumba en el Parque del Recuerdo, llena de tierra y sin ni media flor, la que según antecedentes de que dispongo, sólo la hemos ido a ver cinco personas desde el día que fue enterrada, número que por supuesto, no incluye a sus hijos.

Confío en que Dios le haya compensado todo su sufrimiento terrenal con la dicha de poder estar disfrutando de su Gloria eterna. Bien merecido se lo tenía Carmencita.

 

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viernes, agosto 01, 2008

Lealtades mal entendidas


Las personas que me conocen saben perfectamente que no soy partidario de los partidos políticos –pese a haber militado en dos- ni del voto popular como método para generar autoridades: ambos son inmorales e ineficientes, pues privilegian la “verdad estadística” por sobre la Ley de Dios, el derecho natural y el bien común y la opinión de la masa ignorante por sobre la sabiduría de los capaces.

Entiendo perfectamente, eso sí, que a algunos les agrade la democracia partidista, traten de hacer el bien desde algún partido político y sean leales a sus principios y postulados, en la medida que éstos representan sus valores.

Lo que me cuesta entender es que haya personas que hagan gárgaras con el asuntito de la fidelidad a la Ley de Dios o que se ufanen de mantener principios fuertes e incorruptibles e insistan, con una pertinacia enfermiza, en apoyar a candidatos o proyectos que de conservadores o tradicionales no les queda ya ni siquiera el nombre.

Realmente me cuesta entenderlo.

Revisando la prensa de hoy, me encontré con la esta noticia.

¡La Alcaldesa de Viña, Virginia Reginato, siguiendo los pasos del actual Alcalde de Estación Central y candidato por la Comuna de La Florida, dispuesta a entregar la “píldora del día después” si el Concejo Municipal así lo estima adecuado! ¡Más encima, esperando una solución “jurídica” para un tema eminentemente ético ya zanjado por los laboratorios que producen y comercializan la droga y sentenciado por las autoridades religiosas!
Díganme, ¿y si el Concejo decide autorizar el funcionamiento de un barrio rojo? Recordemos que en alguna oportunidad la idea ya fue propuesta por la Alcaldesa de Viña, cosa que afortunadamente no prosperó.

Siguiendo esa lógica, una mayoría popular y circunstancial podría determinar que el asesinato y la violación no sean delito, y por lo tanto, conductas no punibles. O un eventual plano regulador, determinar que en las áreas urbanas no pueden funcionar Iglesias.

Pese a todo, ahí tenemos a una masa idiotizada de militantes poniendo a la autoridad edilicia por sobre Dios y por sobre los intereses de Chile… ¡El partido primero! En buen Castellano, el propio bolsillo, los propios intereses. ¡Sí, los mismos que en la calle y en las tribunas del Congreso han llegado incluso a los golpes y que han vomitado toneladas de tinta escribiendo a los medios para defender “la vida del que está por nacer” ahora defienden a quien no pondrá objeción a la ejecución de abortos químicos “si el Concejo así lo decide”!

Que Dios se apiade de ellos.

 

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