jueves, abril 24, 2008

Sobre píldoras y sofismas



De acuerdo a las últimas encuestas, unos siete de cada diez chilenos serían partidarios del asesinato legal –y financiado por el Estado- de niños por medio de la bomba química denominada Levonorgestrel, basándose en el argumento de que las mujeres tendrían el “derecho a decidir” sobre su sexualidad, y sin reparar que esa libertad de elección termina donde empieza la de la nueva criatura –el propio hijo-, en este caso, el único inocente en el cuento. Argumentan algunos que un pequeño grupo de células no es un ser humano, sin reparar tampoco que todos nosotros fuimos alguna vez “un pequeño grupo de células”. La lógica indica que si nuestras respectivas madres hubieran ingerido la droga de marras, ni yo estaría escribiendo esto ni ustedes leyéndolo.

Estamos ciertamente en presencia de cuatro sofismas, algunos bien elaborados y otros no tanto. Veamos:

La libertad para decidir: Dicha libertad obviamente existe, y sin píldora. La tiene la pareja al consentir o no una relación sexual, y en el caso que ésta sea sin el consentimiento de la mujer, de todos modos ella puede dar, de resultar embarazada, la criatura en adopción. Cualquier persona capaz de tener relaciones sabe de antemano que una consecuencia probable es el embarazo.

La inequidad de la prohibición: Ridículo. No veo por qué el Estado tendría la obligación o la responsabilidad de entregar gratuitamente la droga a quienes no puedan pagarla, siendo que no se entregan ni aspirinas ni remedios para el cáncer, pasando por toda la gama de medicamentos incluidos en las patologías del GES (Auge), los que son financiados por un seguro que cada cotizante paga mensualmente, ya sea al Fonasa o a las Isapres, en el caso de estos últimos, o derechamente del propio bolsillo. Tampoco tenemos por qué, el grueso de los chilenos, pagar los arrebatos hormonales de nadie, por paupérrimos que sean los copulantes. Con ese criterio, tendríamos los contribuyentes que pagar los tratamientos para la infestación por pediculosis púbica, la sífilis, la gonorrea o el sida, ya que de no hacerlo, estaríamos conculcando la posibilidad o el derecho que tendría la población para mantener relaciones con una persona infectada.

La falta de certeza del carácter abortivo de la pastilla: Cualquiera con más de un dedo de frente podrá apreciar que dicha falta de certeza es equivalente a su contraparte: la falta de certeza de su carácter no abortivo. Y por esas casualidades de la vida –y vuelvo a poner el mismo ejemplo-, en Chile, hasta para autorizar la distribución y venta de ácido acetilsalicílico, se exige legalmente demostrar que su consumo no presenta ningún riesgo, mortal o no. No veo por qué, una pastilla cuyo consumo puede traer como consecuencia la muerte va a ser la excepción. Además, los fabricantes de la droga advierten en sus presentaciones que unos de los efectos de su ingestión puede ser el aborto, asunto que se omite deliberadamente acá en Chile.

Una mayoría estaría por aprobar su distribución gratuita: En Chile existen una serie de organismos definidos por la Constitución Política del Estado, que dicho sea de paso, lleva la firma de quien afirma arrogantemente que las instituciones funcionan. Uno de ellos, el Tribunal Constitucional, cuyos miembros han sido designados por los mismos que pretenden desconocer el fallo, determinó que la pastilla no se podía distribuir en el sistema público. Por algo existe además un Congreso bicameral cuyos miembros pueden recurrir a aquél en la forma prescrita por las leyes. No se legisla ni se gobierna en base a encuestas de opinión o número o decibeles de turbas vociferantes. No está demás recordar, que fue una asamblea democrática la que liberó a un asesino y condenó a Jesucristo, lo que, independientemente de nuestras ideas religiosas, habla muy mal de las decisiones tomadas por el pueblo. El bien y el mal son inmutables, y no, por ejemplo, porque una mayoría circunstancial determine que la pederastia es buena vamos a tener que autorizarla legalmente.

Termino estas líneas alegrándome por el fallo, aparte de toda consideración de tipo moral o ético, por una de carácter práctico: la parada de carro que se le hizo al Gobierno dejó muy en claro que en Chile no se puede actuar a lo Stalin, Mao, Pol Pot o Castro, por mucho que dichos personajes cuenten con la simpatía de la Presidente y sus cercanos. Si tanto se han llenado la boca con que los fallos se cumplen, pues cumplan éste y agachen el moño. Y dense cuenta que matar niños no es signo de ser un país avanzado y desarrollado, sino todo lo contrario. Por mucho que en el planeta seamos sólo tres o cuatro naciones las que aún no lo hacemos.

 

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miércoles, abril 16, 2008

Decídanse, pues


"…El país sabe que soy una mujer de acuerdos y me la he jugado por consolidar la democracia, pero todo tiene su límite. En toda organización cuando se toma una decisión ésta se acata y, cuando una persona no lo hace, o se retira voluntariamente o la organización le pide que haga cesación de su cargo", dijo, sugiriendo que el parlamentario abandonara la tienda.” (Soledad Alvear, La Nación, 27 de Noviembre de 2007, sobre la expulsión de Adolfo Zaldívar).

“Hoy el Senado resolverá como jurado la acusación constitucional contra la Ministra Yasna Provoste. Debe, entonces, actuar como tribunal. Cada uno de sus miembros lo debe hacer con independencia e imparcialidad y conforme a los principios del derecho, de la justicia y de la equidad. Prejuzgar o resolver como bloques políticos es ilegítimo porque violenta la Constitución y los tratados intemacionales vigentes…” (Comentario editorial, La Nación, 16 de Abril de 2008).

¿En qué quedamos? ¿Se debe o no se debe actuar como bloque?

 

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lunes, abril 14, 2008

La UDI, la Manám y la decadencia de la Alianza


Es más que evidente que lo que busca el diario “La Nación” al publicar artículos como el de ayer Domingo 13 de Abril, titulado “La poderosa mujer detrás de Reginato”, no es denunciar la corrupción, sino tender una cortina de humo para tapar la infinidad de casos en que se han visto casi a diario involucrados importantes autoridades y reparticiones de la Concertación, los que superan muy largamente, tanto en número como en monto, a los de la Alianza. Se argumentará que es el Gobierno quien maneja los Ministerios, Intendencias, Gobernaciones, Empresas Públicas, etc., y que la Oposición tan sólo tiene a su cargo una minoría de Municipalidades; pero en términos relativos, ésta también ha demostrado mayor transparencia y eficiencia en la administración y el manejo de recursos, no sólo ahora, sino históricamente.

Lo anterior, sin embargo, de ningún modo es excusa para perdonar o liberar de culpas a miembros o cercanos de la UDI cuando son sorprendidos en actos poco transparentes, delictuales o derechamente mafiosos, con mayor razón, si se toma en cuenta que una de las labores esenciales de los grupos de oposición política es fiscalizar los actos de los gobiernos. Más aún, cuando fueron elegidos, como es el caso de Viña, para terminar con años de deficiente administración comunal y con la corrupción que en forma crónica afectaba al Municipio.

Se podrá decir que la Administración de la Alcaldesa Reginato ha sido, en general, buena. Es verdad, y se nota a simple vista. Sería desleal de mi parte negarlo. El problema es el precio que ha debido pagar la comuna, el partido y el país por ello.

Primero, lo más obvio. La verdadera sangría que significa para cualquier Municipalidad, por acaudalada que sea, el tener entre sus empleados, por ejemplo, a un matrimonio de recién titulados ganando entre el sueldo (que supera el millón de pesos cada uno) y el “sobresueldo” (dos millones cada uno), más de lo que reciben (en teoría) un Senador, un Diputado o un Ministro de Estado. ¿Su principal mérito? Haber sido destacados activistas en las elecciónes presidenciales (Lavín 1999, 2000 y 2005), parlamentarias (Ibáñez 2001 y 2005) y la última municipal (Reginato 2004).

Fuera de toda consideración de tipo ético, si esos montos los multiplicamos por los catorce casos conocidos hasta el momento que han denunciado la Contraloría y “La Nación”; le agregamos a la numerosa parentela de la Jefe de Gabinete, la señora María Maldonado –la Manám-, quienes trabajan también en la Municipalidad y seguramente han de recibir por debajo cantidades cuando no similares, superiores; los conocidos casos de adjudicaciones brujas de fondos concursables municipales por parte de ONGs de amigos y correligionarios creadas para ese puro efecto y; finalmente, a empresas como la ya conocida GMA que se han adjudicado, no sólo en Viña, sino también en otras comunas UDI, negocios entre gallos y medianoche; los recursos despilfarrados pueden llegar a cantidades astronómicas que en justicia deberían destinarse preferentemente para solucionar los problemas de los más desposeídos y para un buen desarrollo de la comuna. En ningún caso para pagar favores políticos, menos aún a amistades, ni para mantener corruptelas.

Y si a este perverso incentivo que significa –contrariando el slogan UDI, “un camino para servir a Chile”- disponer de una bolsa sin fondo para armar organizaciones informales que harían morir de envidia al propio Al Capone, le sumamos un -también perverso- sistema que para generar autoridades tiene que recurrir al engaño, al relativismo ético y moral y a la compra de votos, el resultado es evidentemente más que desastroso: incentiva el querer mantener el poder al precio que sea y pasando a llevar a quien sea necesario.

Y lamentablemente, lo que hemos visto en Viña del Mar, es peligrosamente parecido a lo que la Alianza siempre ha criticado y que ha sido una bandera de lucha permanente en todas sus campañas políticas.

Pero lo verdaderamente grave fue que la señora Maldonado introdujo en la UDI local –quizás cegada como muchos otros dirigentes del partido por el éxito pasajero del lavinismo y siguiendo un patrón que tiene a la Alianza por Chile en un estado de enfermo terminal- un pragmatismo que a lo mejor es deseable a la hora de fijar un impuesto o de comprar un computador, pero en ningún caso para conducir una agrupación cuyo norte es el bien de la Patria.

Se partió no sólo por desperfilarse deliberadamente de sus dos principales referentes históricos, Augusto Pinochet y Jaime Guzmán –con todos los errores que hubieran cometido-, sino también, de alejarse de la orientación cristiano occidental que los dirigentes fundadores dieron a la agrupación: “El partido tiene que recibir a gente de todos los sectores…”, se decía, no reparando que se trataba de una agrupación de personas que compartía valores y principios y no de un ente “instrumental” estilo PPD.

Ollas comunes, apoyo al desorden social, falta de respeto por la propiedad pública y privada, reaprtija de preservativos, negación del orden natural, en fin, una permanente relajación de los valores y principios tradicionales, son sólo una muestra de las cosas que en la UDI de los ‘80 y los ‘90 hubieran sido impensables y que, lamentablemente tienen al país en el estado en que está y a la administración municipal en el ojo del huracán.

La grandeza de una comuna –y del país- no sólo se mide en plazas, calles limpias o números azules. No es sólo disminuir el desempleo o darle televisor y auto a la gente. No son viajes a Miami o Punta Cana para todos.

Y la Alcaldesa Reginato tiene la gran oportunidad de demostrarlo en Viña, tal cual la Alianza lo puede hacer a nivel nacional: deshaciéndose de manames y lavines, volviendo respectivamente a gobernar o a ofrecer gobernar con principios y valores y no usándolos solamente en la medida que sean populares y se traduzcan en votos. Para eso, mejor destituir a la Alcaldesa y seguir con la Concertación. Mal que mal, siempre ha sido mejor un original que una copia. Por malo que sea el original y buena que sea la copia.

 

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