lunes, abril 14, 2008

La UDI, la Manám y la decadencia de la Alianza


Es más que evidente que lo que busca el diario “La Nación” al publicar artículos como el de ayer Domingo 13 de Abril, titulado “La poderosa mujer detrás de Reginato”, no es denunciar la corrupción, sino tender una cortina de humo para tapar la infinidad de casos en que se han visto casi a diario involucrados importantes autoridades y reparticiones de la Concertación, los que superan muy largamente, tanto en número como en monto, a los de la Alianza. Se argumentará que es el Gobierno quien maneja los Ministerios, Intendencias, Gobernaciones, Empresas Públicas, etc., y que la Oposición tan sólo tiene a su cargo una minoría de Municipalidades; pero en términos relativos, ésta también ha demostrado mayor transparencia y eficiencia en la administración y el manejo de recursos, no sólo ahora, sino históricamente.

Lo anterior, sin embargo, de ningún modo es excusa para perdonar o liberar de culpas a miembros o cercanos de la UDI cuando son sorprendidos en actos poco transparentes, delictuales o derechamente mafiosos, con mayor razón, si se toma en cuenta que una de las labores esenciales de los grupos de oposición política es fiscalizar los actos de los gobiernos. Más aún, cuando fueron elegidos, como es el caso de Viña, para terminar con años de deficiente administración comunal y con la corrupción que en forma crónica afectaba al Municipio.

Se podrá decir que la Administración de la Alcaldesa Reginato ha sido, en general, buena. Es verdad, y se nota a simple vista. Sería desleal de mi parte negarlo. El problema es el precio que ha debido pagar la comuna, el partido y el país por ello.

Primero, lo más obvio. La verdadera sangría que significa para cualquier Municipalidad, por acaudalada que sea, el tener entre sus empleados, por ejemplo, a un matrimonio de recién titulados ganando entre el sueldo (que supera el millón de pesos cada uno) y el “sobresueldo” (dos millones cada uno), más de lo que reciben (en teoría) un Senador, un Diputado o un Ministro de Estado. ¿Su principal mérito? Haber sido destacados activistas en las elecciónes presidenciales (Lavín 1999, 2000 y 2005), parlamentarias (Ibáñez 2001 y 2005) y la última municipal (Reginato 2004).

Fuera de toda consideración de tipo ético, si esos montos los multiplicamos por los catorce casos conocidos hasta el momento que han denunciado la Contraloría y “La Nación”; le agregamos a la numerosa parentela de la Jefe de Gabinete, la señora María Maldonado –la Manám-, quienes trabajan también en la Municipalidad y seguramente han de recibir por debajo cantidades cuando no similares, superiores; los conocidos casos de adjudicaciones brujas de fondos concursables municipales por parte de ONGs de amigos y correligionarios creadas para ese puro efecto y; finalmente, a empresas como la ya conocida GMA que se han adjudicado, no sólo en Viña, sino también en otras comunas UDI, negocios entre gallos y medianoche; los recursos despilfarrados pueden llegar a cantidades astronómicas que en justicia deberían destinarse preferentemente para solucionar los problemas de los más desposeídos y para un buen desarrollo de la comuna. En ningún caso para pagar favores políticos, menos aún a amistades, ni para mantener corruptelas.

Y si a este perverso incentivo que significa –contrariando el slogan UDI, “un camino para servir a Chile”- disponer de una bolsa sin fondo para armar organizaciones informales que harían morir de envidia al propio Al Capone, le sumamos un -también perverso- sistema que para generar autoridades tiene que recurrir al engaño, al relativismo ético y moral y a la compra de votos, el resultado es evidentemente más que desastroso: incentiva el querer mantener el poder al precio que sea y pasando a llevar a quien sea necesario.

Y lamentablemente, lo que hemos visto en Viña del Mar, es peligrosamente parecido a lo que la Alianza siempre ha criticado y que ha sido una bandera de lucha permanente en todas sus campañas políticas.

Pero lo verdaderamente grave fue que la señora Maldonado introdujo en la UDI local –quizás cegada como muchos otros dirigentes del partido por el éxito pasajero del lavinismo y siguiendo un patrón que tiene a la Alianza por Chile en un estado de enfermo terminal- un pragmatismo que a lo mejor es deseable a la hora de fijar un impuesto o de comprar un computador, pero en ningún caso para conducir una agrupación cuyo norte es el bien de la Patria.

Se partió no sólo por desperfilarse deliberadamente de sus dos principales referentes históricos, Augusto Pinochet y Jaime Guzmán –con todos los errores que hubieran cometido-, sino también, de alejarse de la orientación cristiano occidental que los dirigentes fundadores dieron a la agrupación: “El partido tiene que recibir a gente de todos los sectores…”, se decía, no reparando que se trataba de una agrupación de personas que compartía valores y principios y no de un ente “instrumental” estilo PPD.

Ollas comunes, apoyo al desorden social, falta de respeto por la propiedad pública y privada, reaprtija de preservativos, negación del orden natural, en fin, una permanente relajación de los valores y principios tradicionales, son sólo una muestra de las cosas que en la UDI de los ‘80 y los ‘90 hubieran sido impensables y que, lamentablemente tienen al país en el estado en que está y a la administración municipal en el ojo del huracán.

La grandeza de una comuna –y del país- no sólo se mide en plazas, calles limpias o números azules. No es sólo disminuir el desempleo o darle televisor y auto a la gente. No son viajes a Miami o Punta Cana para todos.

Y la Alcaldesa Reginato tiene la gran oportunidad de demostrarlo en Viña, tal cual la Alianza lo puede hacer a nivel nacional: deshaciéndose de manames y lavines, volviendo respectivamente a gobernar o a ofrecer gobernar con principios y valores y no usándolos solamente en la medida que sean populares y se traduzcan en votos. Para eso, mejor destituir a la Alcaldesa y seguir con la Concertación. Mal que mal, siempre ha sido mejor un original que una copia. Por malo que sea el original y buena que sea la copia.

 

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